Hubo días en que no me sentía bien, hubo noches en que las voces de mi mente perturbaban mi existencia, hasta que decidí contemplarme en el espejo y tratar de aprender un poco más de mí, veía cosas que no me gustaba cuando me perpetuaba en mi propia mirada, sentía temor de encontrar cosas en mi conciencia que me rompieran el corazón, pero decidí proseguir con el experimento pues sentía que por fin me estaba entendiendo, ya era hora de descubrir quién soy y para donde voy, paso un largo rato y de pronto la tristeza me embargo, empecé a llorar y sacar rencores del pasado, gente que me había hecho daño y aun no perdonaba, mi conciencia me decía perdona y deja ir, y las lágrimas y el llanto inundaron mi habitación, entre las lágrimas y el dolor decidí ser fuerte y seguir adelante, eso me complico más las cosas pues empecé a sentir que no me amaba lo suficiente, que mi autoestima era baja y cargaba con muchos complejos, sentí mucha amargura pero pedí ayuda divina y dije “Sáname Dios, líbrame de este sufrimiento, cúbreme con tu manto, que la calidez de tu presencia me abracen por siempre y de ahora en adelante”, una vez dije esas palabras sentí un brillo en mis ojos, era como volver a empezar a creer en mí mismo, un nuevo renacer.
Escrito por
Juan Felipe
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